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Fotografías: Josema Romero
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Fotografías: Manuel Jesús Rodríguez Rechi
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No deja indiferente. El altar de Novena del Señor ha roto este año con las concepciones clásicas a las que estamos acostumbrados -gran volumen de cera y de flores dentro de un barroco exorno- y nos muestra al Señor, a solas, sobre su peana de besapié y el frontal de su paso procesional, rodeado tan sólo por cuatro blandones y dos jarrones de claveles rojos: tan sólo un friso floral recorre la base de la peana. El asombroso juego de luces, con focos de gran potencia que iluminan la Sagrada Imagen desde los laterales, trae a primer plano, dándole absoluto protagonismo, a la sublime imagen del Nazareno y oculta a la vista el barroquismo del altar mayor de la Colegial: igualmente, proyecta sobre éste la estremecedora sombra de Jesús de la Pasión, que porta la Cruz de salida, que parece flotar en el aire si miramos el altar por los laterales. Algo nuevo, y sorprendente, valiente, a la vez efectista y muy conseguido en la expresión de la soledad del Señor en su altar: esa soledad que acompañamos el Jueves Santo cuando Jesús de la Pasión camina por las calles de nuestra ciudad. Sólo el Señor: ¿Hace falta algo más? Felicidades al mayordomo y a los priostes de Pasión por este sorprendente y sobresaliente altar: un nuevo concepto de montaje efímero que, desde luego, no deja a nadie indiferente. Y hoy continúan, con notable asistencia de hermanos en los dos días anteriores, nuestros cultos: el tercer día de la Novena del Señor.
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