TERRIBLE

Esta mañana nos hemos despertado con la noticia. Un alienado -eso queremos creer, por lo que hasta ahora se ha sabido- ha atentado, de un modo salvaje e inhumano, contra uno de los referentes devocionales más importantes de nuestra ciudad: el Señor del Gran Poder. Aunque es de cristianos perdonar, esperemos que esto no le salga tampoco gratis al que ha atentado con tal saña a la sagrada Imagen, sean cuales fueren sus razones, sin duda insanas, para hacerlo: los sevillanos tenemos a Su Imagen como un norte de devoción; por ello es aún más terrible lo que ha sucedido. En estos días la opinión, los comentarios, inundarán televisiones, periódicos, páginas de Internet y las conversaciones diarias: no podemos perder de vista el hecho de que el Señor -como tantas otras imágenes- es, ante todo, el sujeto de la devoción de miles, de millones de personas, fuera de Sevilla y dentro de ella. No es una pieza de museo, sino Alguien a quien dirigirnos, a quien tocar, a quien besar, agradecidos o suplicantes, Sus manos y Sus plantas. Por ello, no es concebible que un Icono como Él pueda esconderse de aquellos que le aman: un hecho aislado, producido por un perturbado, tiene que agruparnos más aún en torno a nuestras Imágenes, cerca de ellas, continuando en nosotros esa tradición de siglos que, en nuestra ciudad, nos hace dirigirnos a ellas en nuestras tribulaciones y en los afanes nuestros de cada día. Sin duda, tras la restauración obligada a la que estos tristes hechos van a someter al Señor del Gran Poder, todos, sevillanos, hermanos y devotos, estaremos más cerca de Su sagrada Imagen y de su dolida Hermandad: ahora, más cerca que nunca. Y eso nos mostrará que, realmente, "la diestra del Señor -esa que hoy, en apariencia, Le falta- es poderosa".