El Señor de Pasión. Grabado de Pedro Tortolero, s. XVIII. "[...] Responde la imagen con toda fidelidad a los profundos conocimientos de arte y ferviente inspiración católica de Martínez Montañés, y por ello revela gusto exquisito en la distribución de formas de moderada robustez, suavidad y armonía en la actitud y proporción, y suprema expresión de majestad en su divino rostro, circundado por cabellos, guedejas y barbas de forma magistral.
El cuerpo de Jesús de la Pasión se inclina con suavidad hacia la tierra, pero sin perder su fina y esbelta silueta, y sin que su semblante descubra debilidad ni agotamiento alguno; todo lo contrario, su rostro sereno y apacible nos encanta y nos dice que el artista consiguió expresar en su obra la divinidad del Redentor a la vez que lo humano de su sagrada Pasión.
Tenemos por cierto que Martínez Montañés al trazar la actitud y concebir la expresión de la cabeza de su obra predilecta, la de Pasión, recordó en cierto aspecto y modalidad la del Cristo de la Clemencia, que pocos años antes había labrado y con esmero por encargo de su amigo el arcediano Vázquez de Leca, que preside hoy la nombrada Sacristía de los Cálices de nuestra Catedral [...]".
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