"[...] Hay así, ante todo, en Jesús de la Pasión, una expresión patética de angustia humana. Se ve que la Cruz le pesa, le agobia, le hunde. En la faz se adivina un dolor hondo, concentrado y agudo. El artista quiso modelar un hombre de carne y hueso, de nervios y de sensibilidad. Y dispuso la forma, como planteándose el problema de acentuar el realismo. Esculpió la figura íntegra, aun sabiendo que habría de vestirla después. Era preciso que inclinara la cabeza, que exhibiera en saliente los hombros, que arqueara someramente el busto, que dispusiera las piernas y los pies en marcha lenta y premiosa, que las manos se posaran tan sólo en la Cruz, como si el sufrimiento no dejara ya ojos para ver ni fuerzas para caminar... Visto así, en este plano puramente humano, Jesús de la Pasión, concebido a lo barroco, hubiese sido tan sólo la efigie del dolor, que camina... Pero Montañés quería ser clásico y a la angustia humana contrapuso, en exquisito maridaje, en sutil armonía, la serenidad imperiosa del gesto divino [...]".
Todo esto, y mucho más, indica -con sensibilidad extraordinaria- la matizada fotografía de Luis Arenas que acompaña al texto. Para bajarla a gran resolución, simplemente pinchad sobre ella, y guardadla posteriomente en vuestro Pc. En estos días, Dios mediante, continuaremos con las entregas de la obra de Ortiz y de Arenas en nuestro blog.
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