Nuestra Hermandad nos convoca hoy para retiro ¿Porqué?. Porque el retiro espiritual debe ser, para nosotros, lo mismo que para los antiguos ascetas cuando se retiraban y marchaban al desierto para orar y meditar a solas con el Señor en el recogimiento del corazón. Imitando así al mismo Señor Jesús en el desierto. El retiro es, por tanto, un tiempo extraordinario para ponernos en la presencia de Dios con la mente despejada y con el alma despierta.
Aspiramos muchas veces que Dios nos hable directamente, tener experiencia de su presencia y dialogar con Él. Orar es que el Señor nos hable y que nos escuche. Por eso hoy queremos estar retirado un tiempo determinado para orar apartado de los afanes del mundo que impida el encuentro con Dios. Querer que el Señor nos conduzca por los caminos que disponga y quiera. Retirarnos es, por tanto, no poner obstáculos ni ruidos que impidan nuestro encuentro con el Señor. Es dialogar y meditar en el silencio y en la presencia de Dios para que cada uno de nosotros podamos responder al Señor según la determinación de nuestro corazón.
Pertenecemos a la Hermandad de Pasión; somos, por tanto, miembros de una Comunidad fraterna que quiere avanzar y prepararse para el encuentro con Dios. Con el Adviento comenzamos el año litúrgico que es el tiempo propicio que la Iglesia nos pone para prepararnos para la venida de Jesucristo. El Adviento es tiempo de penitencia, tiempo de preparación y de esperanza. Es tiempo para el encuentro con el que tiene que llegar, con el que está llegando, con el que está con ya nosotros.
La venida de Cristo a la tierra es un acontecimiento tan inmenso que Dios quiso prepararnos durante siglos con un Adviento que duró cuatro mil años. Tantos hombres santos y profetas del Antiguo testamento que no cesaban de aspirar y pedir por la venida del Mesías el Salvador. La primera venida de Cristo fue humilde y escondida, que se realizó con su nacimiento en Belén de Judá. Ahí culminó la larga espera del adviento pre-cristiano, pues se cumplieron entonces las profecías y esperanzas mesiánicas del Antiguo Testamento. Así se inauguró también la plenitud de los tiempos de la salvación de Dios dentro de nuestra historia. La última será esplendorosa y magnífica que fundamenta la vigilancia escatológica y la esperanza del cristiano y de la Iglesia. Pueblo peregrino y en marcha hacia la consumación final.
Cristo es nuestro Salvador. Cristo nos libera desde dentro, porque nos libera del pecado y nos transforma en hombres nuevos, libres de los lastres del hombre viejo e irredento. Y una vez liberados, tenemos que aplicar nuestro esfuerzo a la transformación de la realidad por medio de la debilidad y la fuerza del amor. Amor que se hace justicia, fraternidad, solidaridad, paz, compromiso con el pobre y el marginado; porque ese fue el estilo de Jesús y es el espíritu de la bienaventuranza del Reino. (LG 55.62).
Es necesario, para nosotros, tener la mente despejada y el corazón sin lastre para poderle hacer frente a las tres amenazas a la vigilancia que nos señala el texto bíblico (Lc 21, 34): el desenfreno, el vicio y el dinero. Estos son tan solo indicadores de un campo mucho más amplio de la maldad que anida en el interior del hombre pecador todavía sin convertirse. Cada uno debe ha de examinarse con lealtad a Dios.
Estar siempre despiertos, velando en oración y pidiendo a Dios fuerza para perseverar hasta el fin. La vigilancia del Adviento es actitud existencial y liberadora para toda la vida del cristiano, y condición para reactivar las virtudes teologales. Porque la vigilancia es esperanza activa, es fe que se expresa en el trabajo y en la convivencia de cada día. Este es talante propio del Adviento. Al principio del año litúrgico y del recorrido que iniciamos de la salvación en Cristo.
Florentino Córcoles Calero. Pbro.
Director Espiritual de la Hermandad
Jr 33,14-16: Suscitaré a David un vástago legítimo.
Los Reyes históricos decepcionaron las esperanzas que en ellos pusieron el pueblo de Dios. Se los vio pasar sin que fundaran un reino de justicia y de paz. Eran sólo símbolo del Dios justo y portadores de esperanza mesiánica. El anhelado descendiente de David está viniendo y revelando a Dios en su verdadera faz de Señor-nuestra-justicia. Con él esta la paz (Jr 23,5-6)
1Ts 3,12-4,2: Que el Señor os fortalezca interiormente, para cuando Jesús vuelva.
La esperanza cristiana se confunde prácticamente con el amor, entendido éste en su dimensión universal, más allá de toda frontera, de toda discriminación y de todo condicionamiento.
Lc 21,25-28.34-36: Se acerca vuestra liberación.
la esperanza cristiana sobrenada por encima de todas las tragedias humanas. Los cristianos deberían saber interpretar los momentos más negros de la historia como signos de liberación. Y tras esta interpretación optimista, deberían buscar afanosamente la manera concreta de insertarse en el que resulte ser el más eficaz y honesto proceso de liberación humana.
Se acerca vuestra liberación.
Hay una esperanza que no defrauda. Hay una piedra angular sobre la que se puede construir el edificio de la liberación humana: es Cristo Jesús. Ningún otro nos puede salvar; bajo el cielo y sobre la tierra no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos y en quién podamos confiar a fondo perdido (Hch 4,11-12). Por eso cobrad ánimo se acerca vuestra liberación.
Mensaje en dos secciones.
La descripción del fin del mundo precede del anuncio de la liberación que supone la venida de Cristo; y ambos hechos fundamentan la exhortación a la vigilancia. Distingamos pues dos partes:
1ª descriptiva (vv. 25-28). Anuncio de liberación. Con lenguaje propio del género apocalíptico se describen los cataclismos del fin del mundo, para concluir con un grito de esperanza ante la aparición del Hijo del Hombre, Cristo Jesús, con poder y gloria. “Cuando comience a suceder esto, levantaos (cobrad ánimo), alzad la cabeza,; se acerca vuestra liberación”
2ª Exhortativa (vv. 34-36). Invitación de Jesús a la vigilancia. “Tened cuidado: no os embote la mente con el vicio, la bebida y la preocupación por el dinero, y se os heche encima, de repente, aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra”. Estad, pues, velando en oración para tener fuerza y poder manteneros en pie ante el Hijo del Hombre.
Necesitamos una esperanza de liberación que no defraude. En el evangelio de hoy oímos una proclama de esperanza que abre el adviento: se acerca vuestra liberación. En esas palabras hay, sin duda, una clara sintonía con la expectativa radical del hombre de hoy y de cristiano actual que se pregunta por su quehacer en la hora presente del mundo. Hay muchas respuestas a esta inquietud; pero necesitamos una esperanza que no defraude.