miércoles, 22 de julio de 2009

LA CASA DE BORBÓN Y LA ARCHICOFRADÍA SACRAMENTAL DE PASIÓN (III): DON CARLOS DE BORBÓN Y ORLEÁNS

S.A.R. SRMO. SR. PRINCIPE

DON CARLOS MARIA DE BORBÓN Y ORLEÁNS

INFANTE DE ESPAÑA

(1908-1936)

HERMANO DE PASION

Don Carlos de Borbón y Orleáns fue un joven digno de ser recordado por nuestra Hermandad y espejo donde se debe mirar mucha de la juventud de hoy. Poco -yo diría que nada- se conoce del príncipe Carlos de Borbón, apenas unas líneas disueltas en algún libro o artículo sobre los Infantes de España.

El Príncipe era una persona de carácter abierto, de trato agradable y muy sociable, para él Sevilla tenía un encanto especial, se relacionaba con todas las personas sin distinguir clases. Sus padres le habían educado con un alto nivel de exigencia, desde pequeño le inculcaron que el tratamiento de Alteza no era ningún privilegio, lo único que significaba era tener mas obligaciones que los demás. De profundas creencias religiosas y sin una pizca de beatería.

Se hizo hermano de nuestra Archicofradía de la mano de don José Sebastián Bandarán, (Capellán Real y Camarero de nuestra Imagen) el día 2 de marzo de 1923 con catorce años de edad, siendo admitido en el Cabildo de Oficiales celebrado el 11 del mismo mes y jurando las Reglas ante nuestro Titular el mismo día. Le tomó juramento el entonces Secretario don Ignacio Cáceres en presencia del Hermano Mayor don Paulino de Leyba, Celador don Antonio Huete, Fiscal Sr. Rodríguez Díaz, Tesorero don Luis de la Campa, Mayordomo Sr. Murga y don José Sebastián Bandarán que celebró la Eucaristía. Es el primer Borbón que forma parte de nuestra Hermandad en el siglo XX.

Desde la fecha que entra a formar parte de nuestra Hermandad y hasta su obligado exilio por el advenimiento de la República, su asistencia a todos los cultos es puntual y devota. No falta a las novenas, comuniones generales, procesiones de impedidos y sobre todo a la estación anual de penitencia, donde jamás, pese a su condición de Príncipe, admitió un puesto relevante ya fuesen en culto internos o externos, muy al contrario gustaba colocarse donde menos destacara. Su devoción a Jesús de Pasión en la que cifraba todos sus amores, le llevaba a ayudar a vestir y desnudar al Cristo, haciéndolo con tanta reverencia y respeto que don José Sebastián Bandarán se admiraba cuando lo veía.

Nace nuestro Príncipe en Santillana del Mar (Santander) en el palacio de Barreda propiedad de los Marqueses de Benamejí de Sistao el día 5 de agosto de 1908. Sus padres eran S.A.R. don Carlos de Borbón y Borbón hijo del Conde de Caserta, y S.A.R. Dña. Luisa Francisca de Orleáns y Orleáns hija de los Condes de París. Bautizado el 12 de septiembre por el obispo de Sión monseñor Cardona en los salones del mismo palacio, recibe los nombres de Carlos María, Fernando y Luis Felipe. Son sus padrinos de bautismo el Duque de Calabria representado por su tío S.A.R. Rainiero de Borbón y la Condesa de París abuela del recién nacido.

Príncipe de Borbón por Real Decreto de S. M. Alfonso XIII de fecha 3 de agosto de 1908 y que dice:

"Queriendo dar prueba de Mi Real afecto a mis primos Don Carlos de Borbón y Borbón y Dña. Luisa de Francia Orleáns y Orleáns con motivo del próximo alumbramiento de ésta.

Vengo a disponer que al hijo o hija que nazca y a los demás que nacieren en lo sucesivo del matrimonio, se dará tratamiento de ALTEZA REAL y se tributarán y guardarán iguales Honores, Preeminencia y Distinciones que a los INFANTES DE ESPAÑA, a quien seguirán inmediatamente en el orden jerárquico como PRINCIPES DE LA CASA DE BORBÓN.

Dado en San Sebastián a tres de agosto de mil novecientos ocho. Alfonso Rey. El Presidente del Consejo de Ministros Antonio Maura Montaner."

Hasta el nacimiento del príncipe Carlos sus padres habían vivido en el Palacio Real de Madrid, al regreso de Santillana del Mar alquilan una casa situada en la calle Zurbano mientras acondicionaban la que habían comprado en la calle Lista, que sería su domicilio definitivo.

Durante el tiempo que transcurre hasta que don Carlos es nombrado Capitán General de Andalucía, la vida del Príncipe es familiar junto a sus hermanos. Alterna sus estudios con las visitas los jueves y sábados a Palacio para estar con sus primos los hijos de Alfonso XIII, los del Infante Alfonso de Orleáns y los de la Infanta Teresa. Otras veces marchaban a pasar el fin de semana (incluido los mayores) a lo que entonces era un pabellón de caza y hoy es el Palacio de la Zarzuela. Su hermana Dña. María -Condesa de Barcelona- en sus memorias lo relata de forma muy amena:

"Ibamos en unos pequeños autobuses a los que llamábamos familiares. Las chicas viajábamos en un familiar y los chicos en otro y a los pobres mecánicos de dábamos la lata para ver quien llegaba primero. Todos llevábamos nuestra comida en tarteras; la tortilla y el filete empanado con las cantimploras de agua. Cuando llegábamos montábamos las tiendas de campaña y hacíamos garitas por parejas. A mí me tocaba casi siempre con la Infanta Cristina.

En el año 1921 es nombrado su padre Capitán General de Andalucía con sede en Sevilla, lo que motivó que toda la familia trasladara su residencia a la capital andaluza con la consiguiente y general alegría por parte de todos, en particular para la madre del príncipe Carlos, ya que Villamanrique de la Condesa era su lugar favorito para pasar temporadas y la tenia a pocos kilómetros. La cercanía de Villamanrique fue motivo también para que el joven Carlos practicara sus deportes favoritos, la caza y la equitación. Solía ir también a las playas de Sanlúcar de Barrameda y Chipiona con sus hermanos, allí se reunía con sus primos los Baviera, Orleáns, Sajonia-Coburgo y otros familiares.

La Capitanía General por entonces estaba situada en la Plaza de Alfonso XII (hoy de la Gavidia), al no estar terminadas las obras de acondicionamiento de la nueva residencia familiar, tuvieron que alojarse por algún tiempo en el sevillano Alcázar. Para la madre de nuestro Príncipe fue muy emotivo alojarse en el edificio donde había vivido su abuela y nacido su madre Isabel.

Al contrario que su padre y su hermano Alfonso, Carlos de Borbón y Orleáns no eligió la carrera militar. Termina sus estudios de bachiller en el sevillano colegio de Villasis, donde también es recibido como miembro de la Congregación de los Luises. Los exámenes de Grado para obtener el titulo los realiza en Madrid en el Instituto Cardenal Cisneros con la calificación de sobresaliente. Una vez obtenido el Grado de Bachiller se matricula en la Facultad de Filosofa y Letras de la Universidad de Murcia, donde realiza el primer curso de carrera, trasladándose seguidamente el expediente académico a la de Sevilla donde la finaliza en 1929 con todas las asignaturas calificadas de sobresaliente.

El 1 de agosto de 1929 a la edad de 21 años es llamado a filas, quedando encuadrado en el Batallón de la Caja de Reclutas nº 17 y destinado el 1 de febrero de 1930 al Tercer Regimiento de Zapadores Minadores en Sevilla. Finalizado el periodo de instrucción jura fidelidad a la bandera el 22 de febrero del mismo año; acto muy solemne celebrado en el cuartel de Ingeniero de la Borbolla al que asistieron toda la familia resultando -según reflejaba la prensa diaria- muy emotivo. Después de la jura se sirvió un espléndido almuerzo y a la tropa un magnifico rancho costeado todo por el príncipe Carlos.

Durante el tiempo que estuvo cumpliendo el servicio militar, ascendió desde soldado a Brigada de Complemento. Ya en el exilio y residiendo en Cannes (Francia), recibió notificación escrita fechada el 27 de mayo de 1931 a través del Vice-Consulado de España en esa ciudad de su baja en el Ejército, aunque seguía perteneciendo al Cuerpo en concepto de Zapador y en situación de licencia ilimitada, quedaba por lo tanto obligado a pasar las revistas anuales reglamentarias. De hecho paso las correspondientes a los años 1931 a 1935.

Llegado el año 1931, la situación española no es nada tranquilizante, el descontento se palpa en todos los estamentos, fuesen políticos, militares o civiles. Las circunstancias hacen que la monarquía caiga pese a los esfuerzos de los monárquicos. Alfonso XIII abandona España. La República estalla el 14 de abril.

Don Carlos de Borbón y Borbón con toda su familia, siempre fieles a su Rey, abandonan España a bordo del "Cabo Razo" propiedad de Ybarra. La Condesa de Barcelona en sus memorias lo cuenta así:

"Llegamos en tren, en la estación no esperaba nuestro hermano Alfonso de uniforme, nos dijo que era mejor no deshacer el equipaje porque la cosa estaba regular, cuando llegamos a casa papá quiso hablar con el Rey pero no pudo. A la hora del almuerzo sonó el teléfono, era el Rey que le dijo a papá que se marchaba porque venía la República. Nos quedamos helados, pero papá y mamá no perdieron la calma, naturalmente nosotros también nos tendríamos que ir."

En Sevilla embarcan en el "Cabo Razo" (propiedad como se ha dicho de la Compañía Ybarra), al desembarcar en Gibraltar el capitán del barco le entrega al padre de nuestro Príncipe la bandera de España que ha ondeado en la popa de la nave durante la travesía. A los dos días siguieron viaje a Marsella en un barco inglés y desde allí a Cannes donde estuvieron hasta el mes de junio. Ya en París el joven Carlos se instala en un piso alquilado en la rue de Lannase, lo primero que hizo fue colocar en el recibido la bandera Española regalada por Ybarra e instalar en el bajo su taller de escultura.

Durante los años de exilio el príncipe Carlos los pasa perfeccionando sus estudios de Arte en París, realizando algunas esculturas de mérito: el busto en mármol de su hermana la Condesa de Barcelona, el de su cuñado el Príncipe de Asturias Don Juan de Borbón y Battemberg, también esculpió el busto de su padre y un San Luis de Francia tallado en madera. Los veranos los pasaban por lo general en un pequeño pueblo llamado La Napoule, distante a unos pocos kilómetros de Cannes donde residían sus abuelos y otros familiares. Don Carlos compró un pequeño barco para que hiciesen regatas por el río Segne que estaba al lado de La Napoule, nuestro imaginativo Príncipe lo bautizó con el nombre de "Cadomaes" (las dos primeras letras de cada uno de los hermanos).

Durante 1935 se celebraron varias bodas dentro de la familia del Rey, y como es lógico a todas ellas asistió el Principe vistiendo el uniforme de Maestrante de Sevilla. Se casaron en ese año la Infanta Beatriz en enero, el Infante Jaime en marzo y la Condesa de Barcelona en octubre. Todas las bodas fueron en Roma, porque en Roma estaba el Rey que siempre era el padrino.

Debo añadir que aunque a nuestro Príncipe no se le conoció -al menos yo no tengo constancia- de tener prometida para casarse, en la documentación militar del Suboficial Borbón hay un documento de fecha 31 de octubre de 1930, firmado por el Comandante Mayor de su Regimiento dando autorización militar para contraer matrimonio. Si este documento fue expedido a petición del joven Carlos, mi opinión es que la elegida era Teresa de Orleáns-Braganza, hermana de la condesa de París.

El 18 de julio de 1936 estalla la Guerra Civil en España. Carlos de Borbón y Orleáns, Príncipe de Borbón e Infante de España, no lo duda; solicita permiso al Monarca para incorporarse como voluntario a las Fuerzas Nacionales. La actitud del Príncipe emociona a Alfonso XIII que con su bendición le concede el permiso. Después de mil peripecias para cruzar la frontera franco-española, lo consigue la noche del 30 de julio. Ya en España se presenta en la Comandancia Militar de Pamplona para ofrecer sus servicios. Como tenía la graduación de Brigada de Complemento de Ingenieros, es destinado al Grupo Mixto de Zapadores Minadores con guarnición en la misma plaza.

Es ascendido al empleo de Alférez de Complemento y desde el primer día es encargado de la instrucción de voluntarios para la Milicia Nacional. Pero el cargo de instructor de reclutas, pese a que ponía su mejor espíritu y una constante preocupación por el mejoramiento material y espiritual del soldado instruido por él, no le conformaba; él quería estar en primera línea, en el frente. (transcribo la carta que con membrete del Gran Hotel La Perla de Pamplona y fechada el 18 de agosto de 1936 escribe a un compañero de armas):

"Querido J. María:

Por uno de mis compañeros de cuartel te mando estas letras, esperando que tanto tú como M. Sola sigáis bien.

Yo estuve a punto de salir con este compañero para ésa con la compañía, cosa que me hubiese encantado, pues van camino de Somosierra, pero el Comandante me dijo que había recibido ordenes de no dejarme salir debido a mi nombre, lo cual me empieza a fastidiar, pues aunque mi deseo es de estar en primera línea, la gente empezará a decir que yo me las arreglo muy bien para no exponer nada mientras los otros se dejan matar.

Adiós, querido J.M. Rogándote saludes cariñosamente a M. Sola y todos los demás amigos y conocidos, te manda un fuerte abrazo tu siempre amigo que nunca de olvida

Carlos.

No se puede ser mas claro y sincero en su deseo de luchar en el frente.

Después de mucho insistir por parte del Alférez Borbón de sus deseos de estar en primera línea, hace que el Mando lo destine al frente de Guipúzcoa, pero no como Zapador para realizar trabajos especiales, sino como fuerza de Infantería. La mañana del 25 de agosto salen de Pamplona hacia su destino al mando de una Sección de la 2ª Compañía del Grupo Mixto de Zapadores. Desde ese mismo día el Alférez Borbón cooperó en las conquistas de Behovia, Irún, Guadalupe y San Sebastián.

En fechas sucesivas toma parte en operaciones con el resultado de la conquista de Azpetia, Azcoitia y Elgoibar, este último punto bastante "machacado" por la artillería. El día 25 de septiembre es ocupado el llamado por ellos mismos "Monte Cónico" (debido a la forma geométrica del monte). Este territorio era fundamental para que las unidades motorizadas que marchaban tras la infantería pudieran pasar, lo que significaba que había que mantenerlo a toda costa. La artillería bombardeó durante dos días sin tregua, las bajas por parte de los soldados que mandaba el Alférez Borbón fueron de consideración, sólo contaba con 30 hombres. Al día siguiente 27 de septiembre cuando el Príncipe Carlos animaba a sus soldados un proyectil le impacta en la frente cayendo a los pies del sargento que le acompañaba.

Todavía con vida es trasladado de inmediato a un caserío llamado Belarretaberri, situado en el kilometro 5 de la carretera de Elgoibar a Marquina, donde fallece a los pocos minutos. Su cadáver fue velado por compañeros de armas hasta ser enterrado en el cementerio de Tolosa.

Dos días después, el 29 de septiembre el Alférez de Ingenieros Don Carlos de Borbón y Orleáns con los correspondientes honores castrenses, reciben sepultura en el panteón de la familia Eloségui, según consta en el Folio 256, Libro nº 24 de Finados, Registro nº 248 de la Parroquia de Santa María de la Villa de Tolosa y cuya acta de enterramiento firma el cura ecónomo don Braulio Arocema Lerchundi.

Sus padres y hermanas en marzo de 1937 volvieron a Sevilla, antes pasaron por Tolosa para orar ante la tumba de su hijo Carlos. En San Sebastián le entregaron los objetos personales del fallecido Príncipe. En la mente de sus padres únicamente un pensamiento, trasladar a nuestra Ciudad los restos de su hijo muerto en Eibar. Nuestra Hermandad que conocia el interés por el traslado, escribió a don Carlos ofreciéndole la cripta, la carta la firman el Teniente de Hermano Mayor don Miguel Bermudo y el Secretario Segundo don Miguel Castaño, tiene fecha 8 de octubre de 1937.

Los tramites para el traslado de los restos del Príncipe comienzan en 1940 con las oportunas autorizaciones por parte de las autoridades para el enterramiento, proyecto de acondicionamiento de sepulturas, obras a realizar y demás documentos. Una vez en regla toda la documentación, don Carlos faculta expresamente con fecha tres de mayo de 1941, a don José Sebastián Bandarán, Capellán Real y de SS.AA.RR. y a don Joaquín Aramburu Luque, Coronel de Estado Mayor, para que recoger y trasladar a Sevilla el cuerpo de su hijo. La exhumación se realiza en el cementerio de Tolosa el 7 de junio del mismo año, el acta de entrega lo firman don José Sebastián Bandarán, don Joaquín Aramburu Luque y el Capellán del Cementerio Católico de Tolosa don Luis Ortigosa.

El día 9 de junio de 1941, a las ocho en punto de la tarde entra en la plaza del Salvador de Sevilla el furgón mortuorio con los restos del príncipe Carlos. En la plaza forma la 2ª Compañía Mixta de Ingenieros que le rinden honores militares conforme las Ordenanzas para Alféreces. En la escalinata de la Parroquia es recibido el féretro por el Clero parroquial con cruz alzada, cura párroco don Valeriano Gómez y los familiares acompañados por miembros de nuestra Hermandad con cirios rojos estandarte y varas, en funciones de Hermano Mayor don Miguel Bermudo Barrera.

Portaron el féretro hasta el crucero del templo el Coronel del 2º Mixto de Ingenieros don José Sánchez Laulhé, Primer Jefe del Batallón de Transmisiones Teniente Coronel don Manuel Alcalde, los Caballeros Maestrantes de la Real de Sevilla Marques de Esquivel y don Ildefonso Pacheco Quintanilla, los hermanos de la Santa Caridad Marques de Gómez de Barreda y don Antonio Serra Pickman y los hermanos de Pasión don Rodolfo Murga Machado y don Luis de la Campa. Seguían las representaciones de Hermandades a las que el Príncipe había pertenecido; don Eduardo Ybarra por el Silencio, don José Gayán por el Amparo, don Tomás de Aquino por los Estudiantes, don Pedro Tiernos por el Rocío de Triana y una nutrida representación del Rocío de Villamanrique.

En el interior y a ambos lados del crucero se colocaron los padres, hermanas y familiares mas allegados del fallecido: S.A.R. Alfonso de Borbón, S.A.R. Luis Alfonso de Baviera, S.A.R. Alfonso de Orleáns, S.A.R. Ataulfo de Orleáns y Sajonia, S.A.R. Augusto de Czartoryski y el Ayudante de don Carlos de Borbón y Borbón Sr. Aramburu Luque.

El féretro fue colocado en el catafalco y cubierto con la bandera Española y sobre ella un casco militar. El cardenal Segura dio comienzo a la ceremonia religiosa cantándose al final la Vigilia de cuerpo presente, acto seguido el ataúd fue conducido a la capilla Sacramenta donde se rezó un breve responso. Por la puerta que da a las dependencias de nuestra Hermandad fue trasladado hasta el patio de los naranjos donde se encuentra la cripta, una vez bajado el féretro se introdujo en el nicho central de los tres que hay a mano derecha conforme se desciende al recinto. De todo ello se levantó la correspondiente acta por el Secretario don Celestino López Martínez y refrendada por don Miguel Bermudo, don José Sebastián Bandarán y don Joaquín Aramburu Luque.

Carlos de Borbón y Orleáns creyó en Dios, espero de Dios y amó a Dios. Su extrema bondad, su religiosidad y sus muchas caridades, fueron suficientes para ganarse el aprecio y cariño de los sevillanos, también de todo aquel que le conoció y trató. Reposan sus restos junto a sus padres y su hermana Dolores, a los pies de su devoción, de su Cristo de Pasión y bajo el manto de Nuestra Señora de la Merced. ¡DESCANSA EN PAZ PRINCIPE!

José María Villajos Ruiz

lunes, 20 de julio de 2009

LA CASA DE BORBÓN Y LA ARCHICOFRADÍA SACRAMENTAL DE PASIÓN (II): DOÑA LUISA FRANCISCA DE ORLEANS

S.A.R. DÑA. LUISA FRANCISCA DE ORLEÁNS Y ORLEÁNS

PRINCESA DE LA CASA REAL DE FRANCIA

INFANTA DE ESPAÑA

(1882 - 1958)

HERMANA DE PASIÓN

Su Alteza Real Dña. Luisa Francisca de Orleáns y Orleáns, Princesa de la Casa Real de Francia e Infanta de España, nació en la residencia familiar llamada "Saint Jean" en Cannes (Francia), el día 24 de febrero de 1882. Era la quinta de los seis hijos nacidos del matrimonio formado por S.A.R. don Luis Felipe de Orleáns, conde de París,[1] y S.A.R. Dña. Isabel Francisca de Orleáns, hija mayor de los duques de Montpensier.

Su educación fue encomendada a mademoiselle Ravinel, que de inmediato descubrió en su alumna las magníficas cualidades que poseía para el estudio y su interés por el conocimiento de las distintas y variadas disciplinas. Hay que destacar también que desde su infancia arranca su profundo espíritu piadoso y entrega vocacional a empresas de caridad, una de las destacadas facetas de su personalidad.

Cuando el Gobierno Republicano de Francia expulsó de su país a los condes de París, se vieron en la necesidad de trasladarse a Londres, donde residió hasta que fue derogado el decreto de expatriación que permitió a la familia volver a Cannes.

Su juventud la pasó centrada en sus estudios y con frecuentes viajes a Lisboa, donde su hermana Amelia reinaba por haber contraído matrimonio con Carlos I de Portugal. Pasaba también temperadas en el sevillano palacio de San Telmo, donde vivía su abuela Dña. Luisa Fernanda de Borbón, viuda de don Antonio de Orleáns duque de Montpensier.

Doña Luisa ante todo era una persona caritativa, se entregó con fervor a toda obra social, la Cruz Roja Española en Sevilla bien lo sabe, los hospitales de Triana y Capuchinos son testigos de su entrega a favor del paciente, de su sacrificio y abnegación con los demás. No rehusó ninguna labor por penosa que fuese, su mayor atención se la dedicaba a los enfermos sin recursos que solicitaban su ayuda, lo que hacia con especial afecto.

Desde 1921 a 1930 visitaba diariamente el hospital Victoria Eugenia, allí prestaba sus servicios durante tres horas diarias en toda tarea que se le encomendaba, llegando a ser una experta anestesista y gozando de la confianza de todos los doctores cirujanos que operaban en el mencionado centro.

Cuando las tropas españolas luchaban en Africa, no dudó en cruzar en varias ocasiones el Estrecho para atender en diversos hospitales de campaña a los numerosos heridos, lo que le supuso que el Rey la condecorara en 1929 con la Medalla Militar y Sevilla la nombrara Hija Adoptiva, acto que tuvo lugar en el Ayuntamiento de nuestra ciudad.

Desde sus nupcias con el infante don Carlos de Borbón, celebrado en Woodnorton (Inglaterra) el 16 de noviembre de 1907, siguió las vicisitudes de los sucesivos avatares que por ser esposa de un general del Ejército conllevaban. Los viajes por Europa en representación de S.M. el Rey, la Guerra de Africa, las Capitanías de Sevilla y Barcelona, pero sobre todo hubo un tiempo que para nuestra Infanta fue de los más doloroso; el exilio de 1931 al procramarse la República y la muerte de su hijo Carlos en la Guerra Civil. Estos sucesos, que fueron sobrellevados con resignación cristiana, sí hicieron mella en Dña. Luisa.

Se hace hermana de Pasión el 22 de abril de 1938, recién llegada a Sevilla después del obligado exilio, ese mismo día también fue recibida como hermana su hija la infanta Esperanza de Borbón. Juraron las reglas en el transcurso de la misa que oficia el entonces camarero de Nuestro Padre Jesús de la Pasión don José Sebastián y Bandearan. Profesó especial devoción a la Santísima Virgen de la Merced, donando joyas de su propiedad que hoy están engarzadas en la corona procesional que luce la Virgen el Jueves Santo.

La muerte de su marido en 1949, fue otro golpe que el destino daba a nuestra Infanta. Desde entonces salía muy poco y si lo hacía era para orar ante la Virgen de los Reyes, o en nuestra Capilla Sacramental, a lo sumo asistir a la salida de la Hermandad del Rocío de Triana cuya devoción le venía desde su abuela.

La Infanta que se había hecho popular entre la gente humilde, no precisamente por su traje de corte, sino por la toca y el austero uniforme de dama de la Cruz Roja, en el mes de abril de 1958 es ingresada de urgencia en el hospital Victoria Eugenia siendo intervenida quirúrgicamente, su estado fue dado a conocer por el doctor Ollero de la Rosa calificándolo de grave. En días sucesivos los partes facultativos firmados por el equipo médico que la atendían y que lo formaban los Dres: Ollero de la Rosa, Pera, Domínguez Adame, Duclós, Pérez Burgos y Gil Gálvez, informaban a sus familiares la extrema gravedad de la ilustre enferma.

Ante la gravedad y el presagio del inminente fatal desenlace, la familia decidió trasladarla a su domicilio en la avenida de La Palmera, lo que se hizo de inmediato en una ambulancia de la Cruz Roja, donde rodeada de sus hijos y asistida por su Capellán don José Sebastián y Bandarán, expiró el día 18 de abril, certificó su defunción el Dr. Ollero de la Rosa.

Su fallecimiento fue comunicado al resto de familiares y al Gobierno de la Nación. La muerte de la Infanta sorprendió a Sevilla en plena Feria de Abril, el Ayuntamiento en señal de luto clausuró la caseta municipal ese día y en otras se suspendió el baile, en la corrida de toros que se celebró por la tarde se guardó un minuto de silencio.

Amortajado con una simple sábana, como tenía ordenado, su cadáver fue colocado en la misma estancia que años antes había estado el de su marido, y al igual que en aquella fecha el Crucifijo de enagüilla de la Santa Caridad presidió la sala mortuoria hasta su traslado a hombros de ocho hermanos de la Caridad hasta el furgón mortuorio.

Al llegar el furgón a la Plaza Nueva el Ayuntamiento y la Diputación Provincial se unieron al duelo, el féretro fue bajado del vehículo y llevado a hombros de hermanos de la Santa Caridad hasta la plaza de El Salvador donde fue recibido en la escalinata de la parroquia por nuestra Junta de Gobierno presidida por el Hermano Mayor Sr. Bermudo.

Portado el ataúd por miembros de nuestra Hermandad se colocó ante el altar de nuestras Imágenes en la Capilla Sacramental rezándosele un reposo, que una vez concluido y por la puerta lateral del lado del Evangelio fue trasladado hasta la cripta situada en el Patio de los Naranjos. Los restos de Dña. Luisa fueron depositados en el nicho a la izquierda de donde reposan los de su hijo Carlos de Borbón.

Las correspondientes actas de entrega y recepción de los restos mortales de nuestra Infanta fueron firmadas en nuestra Sala Capitular a las 6,30 de la tarde del 19 de abril. Las suscribieron por parte de la familia don José Sebastián y Bandarán, y por nuestra Hermandad don Miguel Bermudo como Hermanos Mayor, don Francisco Navarro como Mayordomo y don José López Cirera que como Secretario Primero fue el encargado de redactarlas. Copias de estos documentos fueron entregadas a la familia de la egregia fallecida y al miembro de nuestra Junta de Gobierno don Manuel Murga de la Vega como Archivero de la Hermandad.

Entre los familiares que asistieron al entierro se encontraban entre otros: don Alfonso de Orleáns, don Luis Fernando de Baviera, don Gonzalo de Borbón Dampierre, don Víctor Manuel de Saboya, don Adam Czartoryski, don José Zamoyski y don Carlos Chías Ossorio

José Mª Villajos Ruiz


[1] Era hijo del hermano mayor de Montpensier, titulado también duque de Orleáns. Al morir su padre en accidente, los derechos al Trono de Francia pasaron a su persona en un intento de restaurar la monarquía en Francia, lo que fue inútil ya que la revolución de 1848 lo impidió. Huérfano de madre en 1858, viajó a Estados Unidos donde participó en la Guerra de Secesión luchando a las ordenes del general nordista Mac Clenan, precisamente de allí venía cuando conoció a su prima Isabel hija de su tío el duque de Montpensier.

viernes, 17 de julio de 2009

LA CASA DE BORBÓN Y LA ARCHICOFRADÍA SACRAMENTAL DE PASIÓN (I): DON CARLOS DE BORBÓN


Comenzamos hoy una nueva serie en nuestro blog, de la mano de NHD. José María Villajos, que a lo largo de los últimos años ha realizado detenidas investigaciones sobre diversos temas relacionados con nuestra Archicofradía: listados de Hermanos Mayores de los siglos XVI y XVII, de Juntas de Gobierno del siglo XX, etcétera, han sido algunas de las aportaciones que ha realizado para el mejor conocimiento de nuestra Hermandad.
Ha sido destacada la relación que la Casa Real ha mantenido -y mantiene, recordemos la última visita de S.M. el Rey al Salvador y a la Hermandad, de la que es Medalla de Oro, y las frecuentes visitas a nuestra Hermandad de Doña María de las Mercedes, Condesa de Barcelona-, a lo largo del último siglo con nuestra Archicofradía. Para conocer mejor dicha relación, pasamos ahora la palabra a NHD. José María Villajos, que a través de diversos perfiles (los de los Borbón-Orleáns que descansan en la cripta a los pies del Señor, abuelos y tíos de S.M. el Rey) nos aclarará en mayor medida sus biografías y su relación con nuestra Archicofradía. Le damos, por tanto, la palabra a don José María.

S.A.R. SRMO. SR. DON CARLOS DE BORBÓN Y BORBÓN

INFANTE DE ESPAÑA

(1870 - 1949)

HERMANO DE PASIÓN

Don Carlos de Borbón y Borbón fue sin duda alguna el último de los infantes españoles a la antigua usanza. Modelo de soldado, espejo de caballero, discreto, leal, prudente y con un sentido profundo tanto en lo familiar como en lo religioso. Su condición de Príncipe extranjero no le impidió ser pieza fundamental en el reinado de su cuñado Alfonso XIII. Querido por todos, se ganó una magnifica reputación en España, especialmente en Sevilla donde se le admiró y respetó hasta su fallecimiento de 1949.

S.A.R. el infante don Carlos María Francisco de Asís Pascual Fernando de Borbón-Dos Sicilias y Borbón, nace el 10 de noviembre de 1870 en Gries localidad cercana a Bolken (Austria). Segundo hijo del matrimonio formado por S.A.R. don Alfonso de Borbón-Dos Sicilias y Austria (Conde de Caserta) y la princesa Antonietta de Borbón y Borbón-Dos Sicilias, pertenecientes a la Casa Real de Nápoles que había sido destronada por Napoleón III y posteriormente por la revolución capitaneada por Garibaldi a favor de la unidad italiana, donde el conde de Caserta había luchado como oficial Zuavo de la Guardia Pontificia.

Tras la salida de los Estados Pontificios, los Caserta se trasladan a Suiza y posteriormente lo hacen a Cannes donde fijan su residencia definitiva. Mientras tanto nuestro joven Carlos ya en edad de labrarse un porvenir y ante las mínimas oportunidades que le brinda su actual residencia, solicita a la reina María Cristina de España (prima de su padre) que le admita en el ejército español, consiguiendo al poco tiempo ingresar como cadete en la Academia de Artillería de Segovia.

El 9 de mayo de 1899 la reina María Cristina organiza la fiesta de presentación en sociedad de la princesa de Asturias, entre los invitados se encuentra un joven oficial de Estado Mayor que viste el uniforme de Húsares de la Princesa, éste apuesto oficial es nuestro don Carlos que con la graduación de Teniente Coronel del ejército está ejecutando una brillante carrera militar en España. Los ojos de la princesa María de las Mercedes no fueron ajenos a los del apuesto oficial y como es de lógica pronto surge un romance entre ambos que levantaría criticas en el Parlamento y en la misma Corte, pese a todo ello la boda se celebra el 14 de febrero de 1901 en la capilla del Palacio Real adornada para la ocasión, el cardenal Ciriaco María Sánchez y Hervás patriarca de las Indias y arzobispo de Toledo bendice la unión.

Este casamiento condicionó a que don Carlos renunciara a sus derechos al trono de las Dos Sicilias para sí y sus herederos, conforme acta firmada en Cannes el 14 de diciembre de 1900, se nacionalizó español como consta en el Registro Civil del Juzgado Municipal del distrito de Palacio de Madrid de fecha 7 de febrero de 1901 y por Real Decreto fechado el 8 de febrero del mismo año que firma la reina María Cristina en nombre de su hijo Alfonso XIII se le concede la dignidad de Infante de España.

Carlos de Borbón supo siempre guardar el equilibrio como infante de España y su vinculación con la Casa Real de las Dos Sicilias, para todos era el tío "Nino" como se le llamaba cariñosamente en familia y para su cuñado el rey Alfonso XIII un consejero y hermano.

Pero todo no sería felicidad, en 1904 al nacer su tercer hijo, la infanta Isabel Alfonsa, muere su esposa la princesa de Asturias, este golpe que le dio el destino fue tremendo agravado poco tiempo después con la prematura muerte de su segundo hijo el infante Fernando.

Pese al cumulo de desgracias que se ciñen sobre nuestro Infante, la vida como consejero y colaborador del Monarca sigue, es enviado con embajadas personales de Alfonso XIII a varios paises europeos y su carrera militar en los Húsares de la Princesa siempre estaba en alza. Pero su drama personal no disminuía, se sentía solo y con dos pequeños infantes en el mundo, por ello decide contraer nuevas nupcias con S.A.R. Dña. Luisa de Orleáns y Orleáns, única hija soltera de los condes de París. Sin embargo, no se conoció la decisión de esta segunda boda hasta después del casamiento de don Alfonso XIII. La ceremonia religiosa se celebró en Woodnorton (Inglaterra) condado de worchester, el 16 de noviembre de 1907 con la asistencia de toda la familia Orleáns y también los familiares de la rama Dos Sicilias, destacó la presencia de los Monarcas españoles Alfonso XIII y Dña. Victoria Eugenia.

La vida de don Carlos sigue por los derroteros propios de su cargo, del nuevo matrimonio nacen cuatro hijos: Carlos en 1908, Dolores 1909, María de las Mercedes en 1910 y Esperanza en 1914.

Fue nombrado Capitán General de Andalucía en 1921, posteriormente fue trasladado a Cataluña con el mismo cargo y por último nombrado Inspector General del Ejército hasta su exilio en 1931 que por motivos políticos tuvo que abandonar España.

En 1937 llega a Sevilla donde se queda definitivamente, antes había tenido que pasar por el calvario de la muerte de su hijo Carlos en el frente navarro durante la Guerra Civil.

Se hace hermano de Pasión el 22 de abril de 1938, jura nuestra Reglas el mismo día ante nuestra Imágenes, y aunque nunca vistió la túnica nazarena, no faltó a ningún culto celebrado por nuestra Hermandad.

Apartado totalmente de la vida castrense, se le veía pasear por el centro sevillano, las personas que le conocían le saludaban con respeto y cariño, eran frecuentes sus visitas al Santísimo Sacramento en nuestra capilla, ya anciano a veces no salía poniendo por excusa su padecimiento de cataratas, ya que al ver con dificultad temía no corresponder al saludo que algún sevillano o amigo le hiciera.

Su fallecimiento el 11 de noviembre de 1949 fue verdadero duelo para toda la ciudad. En el momento del óbito, eran las 11 de la mañana, se encontraban a su lado su esposa la infanta Dña. Luisa, los infantes don Alfonso y Dña. Alicia, las infantas Isabel Alfonsa y Dolores, el Capellán Real de la familia don José Sebastián y Bandarán y su ayudante el coronel Aramburu.

Pocas horas antes había oído devotamente la misa que celebró el capellan antes citado. En sus últimos momento no cesó de repetir con admirable devoción cristiana todas las jaculatorias sin desfallecer en ninguna. Así expiró este infante de España, con una serenidad magnifica que impresionó a todos, cristianamente como los limpios de corazón, como había vivido.

En su testamento otorgado el 5 de mayo de 1948 ante el notario don Angel Sáinz de la Maza, instruía que el entierro revistiera la mayor modestia, conforme a la Regla de la Santa Caridad de Sevilla, de la que era hermano, que su cuerpo fuera amortajado con el manto de la Orden de Alcántara y al no ser posible en una sencilla sábana; Que no se le rindieran honores militares y que sobre su féretro no coloquen flores.

El paso de la comitiva fúnebre desde la Avda. de la Palmera hasta la parroquia del Salvador donde fue enterrado, lo contempló una ingente muchedumbre en respetuoso silencio. Desde la plaza de Calvo Sotelo hasta la misma capilla de Nuestro Padre Jesús de Pasión, donde se rezó un responso antes de ser bajado a la cripta, fue llevado a hombros por hermanos de la Santa Caridad, desde nuestra capilla hasta la cripta por hermanos de Pasión que a su vez lo fueran también de Caridad, su féretro se colocó al lado derecho del nicho que ocupaba su hijo Carlos de Borbón.

Su viuda la Infanta Dña. Luisa comisionó a don José Sebastián y Bandarán junto con don Joaquín Aramburu Luque para que hicieran entrega del féretro que contenía los restos mortales de Infante a la Hermandad para su enterramiento, según acta firmada por ambos comisionados de fecha 12 de noviembre de 1949, el acta de recepción lo firman por parte de nuestra Hermandad don Miguel Bermudo en funciones de Hermano Mayor y don Francisco Navarro Sánchez del Campo como Secretario habilitado. Era la una de la tarde del sábado día 12 de noviembre de 1949.

José Mª Villajos Ruiz

jueves, 9 de julio de 2009

FUNDACIÓN "JUAN MOYA"


Hoy queremos recomendaros desde nuestro blog la visita a la página web de la Fundación Juan Moya http://www.formacioncofrade.org/fundacion.php.

Dicha Fundación fue constituida “en recuerdo y homenaje a dos personas que trabajaron en la defensa y promoción de los valores cristianos y a su divulgación en la sociedad, concibiendo las Cofradías y Hermandades como el mejor instrumento actual de evangelización”, como fueron Juan Moya García y su hijo Juan Moya Sanabria.

En la actualidad está desarrollando importantes iniciativas en el ámbito de la formación dentro de nuestras hermandades, que merecen ser conocidas por todos los hermanos de Pasión.

Aunque como decimos por sí misma ya genera interés, para nuestra Archicofradía es motivo de satisfacción especial la creación de esta Fundación, ya que Juan Moya García no sólo fue al igual que su hijo un significado cofrade, sino que además integró nuestra nómina de hermanos de Pasión.

Bienvenida sea esta importante institución a la que deseamos todo lo mejor.

jueves, 2 de julio de 2009

RESTAURADO EL MANTO DE LA VIRGEN DEL VOTO


La Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, a través del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH), ha puesto fin al proceso de intervención llevado a cabo en los últimos meses sobre el Manto de la Virgen del Voto, propiedad de la Hermandad del Señor de Pasión de Sevilla.
El Manto de la Virgen del Voto, pieza de 1687, es una excepcional pieza de tejido de color celeste, de seda y con trama metálica, cuya superficie, de grandes dimensiones y forma casi triangular redondeada en el vértice inferior, presenta principalmente bordados de motivos vegetales.
A su llegada al IAPH en noviembre de 2007, el Manto mostraba un estado de conservación deficiente. El bordado, en hilo metálico, presentaba graves deterioros y un elevado grado de fragilidad, mientras que en el reverso se apreciaban restauraciones correspondientes a parches de raso de varios tonos, en los que se encontraban roturas y desgarros.
Tras la desinsectación de la pieza y limpieza mediante microaspiración, el Manto de la Virgen del Voto ha sido sometido a varios procesos de conservación, entre los que destaca por su minuciosidad el de alineado y fijación de la decoración bordada.
Un estudio más pormenorizado en:

JAVIER CRIADO, EN "OJOS QUE NOS VEN"


Tras la Asamblea General celebrada en el Consejo de Cofradías unos días atrás, y la intervención en la misma de nuestro Hermano Mayor Javier Criado (que entendemos pudo ser, en su intención, quizá poco comprendida en su momento), transcribimos la crónica del programa de ayer noche de Sevilla Televisión, "Semana Santa en Sevilla", en la que Javier Criado abundó en las pautas que había expuesto en dicha reunión, con lo que entendemos que queda, en buena parte, aclarado el sentido y la intencionalidad de sus manifestaciones. La crónica se debe a la pluma de José Antonio Rodríguez:

"En la Asamblea General que se celebró el pasado lunes en el Consejo de Cofradías, una intervención de Javier Criado marcó un punto de inflexión en el acalorado debate que se mantenía. Todo ello, a cuenta del reparto de un remanente de 200.000 euros que el Consejo quería repartir de forma desigual, beneficiando a las hermandades de Gloria, Sacramentales y Vísperas. Criado explicaba compartir la teoría de ayudar a las hermandades más desfavorecida, aunque, no a costa de“robarle la cartera”. El hermano mayor de Pasión explicó ayer en el programa “Ojos que nos ven”, de Sevilla TV, que se trató de una frase coloquial en un contexto “familiar” entre hermanos mayores.En cualquier caso, Javier Criado se reafirmó ayer en una postura que viene a ser compartida por muchas hermandades de penitencia y es el poder que las pequeñas hermandades pueden llegar a ostentar con respecto a otras más numerosas. “No es cuestión de comparar Glorias y Penitencia. Ahí están las hermandades del Rocío de Triana y de Sevilla – ambas de Gloria - que ambas tienen proyectos sociales muy importantes y son capaces de atraer a numerosos fieles”.A todo esto,“hay hermandades con uno, dos o tres hermanos que quieren, además, cobrar el dobleque las de penitencia”. Es por ello, que Criado criticó que haya “hermandades mínimas que quieren especular con el dinero”. Javier Criado aseguró que es partidario de que el dinero que las cofradías perciben por ingresos ajenos a las cuotas de las hermanos o las papeletas de sitio se destinen a caridad. “Si tenemos subvenciones por el dinero recaudado por las sillas, ese dinero hay que darlo a caridad y si no lo hacemos así es porque todos queremos rebañar”. Así, Criado intentaba explicar que las hermandades – independientemente de su carácter – desean contar, para su gestión, con ese dinero porque “al fin y al cabo, todos estamos escasos de dinero”.
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