viernes, 6 de enero de 2017

RECORDANDO A NUESTRO ANTIGUO CAPILLER FRANCISCO LÓPEZ GARCÍA

UN HOMBRE BUENO

Corría el año 1973. En aquellos tiempos yo era Prioste 1º y el querido y recordado Antonio de la Torre, Mayordomo de Pasión. Un día Antonio me encargó buscar una persona para capiller. Pues bien, me puse a buscar a la persona idónea para dicho puesto y un buen día acerté a pasar por la calle Alhóndiga. Allí, por una ventana vi lo que me pareció una carpintería y dada mi afición por el gremio, observé las maderas y muebles que allí había hasta que el señor que se hallaba dentro me vio y me invitó a pasar. Entablamos una animada conversación relacionada con todo lo concerniente a la madera y el trabajo de la misma. Poco a poco fue pasando el tiempo y este señor me fue enumerando algunas de las hermandades para las que había trabajado, entre las que se encontraban La Exaltación, Los Gitanos, El Valle… Pronto me di cuenta de que se trataba de un carpintero de altura profesional, pues sus conocimientos del oficio eran muy buenos y los trabajos que llevaba realizados a lo largo de su vida, importantes. Hacía poco tiempo que había terminado la parihuela del paso de misterio de La Exaltación.



En esos momentos me vino a la mente el encargo que el Mayordomo me había encomendado días antes. Pudiera ser que me encontrase ante la persona que yo andaba buscando. Así que derivé de forma intencionada la conversación, diciéndole que yo era hermano de Pasión y Prioste en esos momentos. Él se sonrió y me dijo que desde el primer momento le había parecido que yo era cofrade de alguna hermandad de penitencia. Me comenzó a contar algunos momentos de su vida y de cómo ésta se cruzó en un momento dado con el Señor de Pasión.

Nuestro hombre, Francisco López García, nace en Málaga un 13 de diciembre de 1912 y siendo pequeño, toda la familia se traslada a Antequera buscando nuevos horizontes. Francisco, que así se llamaba, pasa su juventud formándose en el noble oficio de carpintero hasta que con  24 años tiene la desgracia de conocer la Guerra Civil, siendo movilizado. Marcha al frente y permanece en filas hasta 1939, cuando lo licencian. Esta dura etapa de su existencia le supuso un sufrimiento enorme. En el tiempo que duró la Guerra, nuestro hombre obtuvo los galones de cabo y al finalizar la misma, fue condecorado: el 15 de noviembre de 1939 se le concedan la Medalla de Campaña Cruz Roja al mérito militar y la Medalla Cruz de Guerra. Existe el documento acreditativo de tales concesiones, las cuales él nunca mencionó (tal era su modestia) y que gracias a la colaboración inestimable de su hijo Francisco, también hermano de Pasión, he podido ver: el Certificado del Comandante Jefe del Regimiento de Infantería Oviedo 8, 12º Batallón, dónde se le conceden las mismas y la firma del Excmo. Sr. General Jefe de la II Región Militar.

Una vez de vuelta en Antequera, se casa con 29 años el 11 de mayo de 1941 con Dña. Carmen Burgos Giménez en la Parroquia de San Pedro. Fruto de este matrimonio nacen cuatro hijos: Carmen, María, Francisco y Josefa. En abril de 1955 y al igual que hicieran sus padres, se traslada, esta vez a Sevilla, en busca de nuevos horizontes con los que poder sacar adelante a su numerosa familia.

Nos encontramos ya en 1955  y nuestro Francisco está a punto de conocer de forma “casual” al Señor de Pasión, que le habrá de cambiar la vida para siempre.



Un día que se encontraba cansado y desanimado, pues el trabajo que tanto necesitaba no terminaba de llegar, atinó a pasar por la Plaza del Salvador. Según me fue contando, bajó por la Cuesta del Rosario y al  girar a la derecha, se encontró con la majestuosa fachada de la entonces Parroquia. Hubo algo, entonces no supo definir qué, que lo empujaba hacia dentro y que sólo con el paso de los años fue descubriendo: “Era Pasión”. Francisco se encuentra ya en el interior del templo y se dirige directamente a nuestra Capilla, en la cual nunca antes había estado. Es aquí donde se produce el primer encuentro. Francisco se quedó extasiado ante la Imagen del señor de Pasión. No me supo definir nunca qué fue lo que sintió, pero estaba seguro que algo grande se estaba gestando. En esos momentos se puso de rodillas y le pidió al Señor por su familia numerosa y le suplicó un trabajo, pues habían pasado varios días agotadores y no había encontrado nada…y por último, le pidió algo sorprendente y curioso: ya que se encontraba allí tan a gusto y sentía tanta paz, si a Él le parecía bien, le concediera terminar su vida laboral trabajando para Él. Me continuó contando con un punto de emoción en su voz, que al día siguiente de este, para mí y para él prodigioso encuentro con el Señor, encontró trabajo en una empresa que montaba las casetas de nuestra Feria de Abril. A partir de ese momento ya nunca más le faltó trabajo ni salud para realizarlo. En 1956  se puede traer de Antequera a su mujer Carmen y a su hija María a la calle Sebastián Recasens.

Las visitas al Señor de Pasión se hacen cada vez más frecuentes y la devoción al Señor va creciendo cada vez más. En 1957 el entonces Ministerio de la Vivienda le concede un piso en la calle Garcilaso de la Vega y a él se traslada, esta vez, con toda su familia.

En 1964, me continuó contando, trabaja en un taller de carpintería y serrería en la Plaza de San Leandro y con posterioridad, en la calle Alhóndiga nº 71. En ese taller y en de la Plaza de San Leandro es donde me cuenta su hijo que hizo la parihuela del Stmo. Cristo de la Exaltación, aliviándole el peso de forma considerable y que estrenarían sobre el año 1973 o 1974. Hasta aquí la interesante biografía que en un momento se entremezcló con el Señor de Pasión.

Yo, que esperaba con atención a que Francisco terminara de relatarme su vida, le pedí  permiso para hacerle una pregunta muy concreta. Me dijo que sí y le solté:” ¿Quiere usted de verdad terminar su vida laboral, tal y como le pidió al Señor de Pasión hace tantos años, en El Salvador?”.  Él se quedó blanco y tras unos segundos de silencio me contestó que si le estaba hablando en serio o “es cachondeo” (sic). Me apresuré a responderle que era completamente en serio, pero que de aceptarlo sería a dedicación completa y por tanto, si se llegaba a un mutuo acuerdo con el mayordomo, tendría que dejar el taller. Él me insistió diciéndome que lo había puesto muy nervioso y que si lo que le decía era verdad, en 24 horas cerraría el taller y trabajaría, mientras tuviera vida, para el Señor de Pasión tal y como le pidiera hacía años. Le contesté que esa misma tarde vería al mayordomo,  que le concertaría una cita con él y que si llegaban a un acuerdo satisfactorio, la incorporación sería inmediata. Me replicó que seguro llegarían pues estaba dispuesto a aceptar las condiciones que fueran con tal de trabajar para el Señor de Pasión. En poco más de 48 horas Francisco estaba trabajando para el Señor y ¡de qué manera!

En mayo de 1979 la Hermandad le rindió un homenaje por su dedicación y en marzo de 1985, con motivo de su cercana jubilación, se le rinde un segundo homenaje. En mayo de 1985 dejó de ser capiller, habiendo prestado sus servicios a la Hermandad durante más de 12 años.

En cierta ocasión le vi de manera casual introduciendo unos billetes en el cepillo de la Comisión de Caridad y le pregunté bromeando, “¿Qué, Francisco, te ha tocado la lotería?” y él me contestó riéndose, “No, es que le he hecho unos trabajos a un hermano en mis días libres y el dinero que he ganado se lo dejo a la Comisión de Caridad, que seguro que hay personas que lo necesitan más que yo”. Este era Francisco en estado puro.

Recuerdo también un verano en que me comentó la posibilidad de hacer una habitación o “soberao” de madera en nuestro Archivo, dada la altura de los techos. Teniendo en cuenta la falta de espacio que teníamos en el Archivo, me pareció justificada la idea y me propuso que si yo le ayudaba, le ahorraríamos a la Hermandad contratar a un operario y sólo habría que abonar los materiales, vigas de madera y tablazones. Así lo propuse en Cabildo de Oficiales siendo aprobada la reforma. Aquél verano quedó terminada la ampliación del Archivo con su escalera de madera para subir al 2º piso.

A él también se deben los armarios de las ropas que están en la Secretaría así como el cerramiento de la escalera hecho con la madera que salió de las bancadas del la Sala Sacramental, todo ello confeccionado en un pequeño taller que él se montó en lo que hoy es la Capilla Funeraria de los Pineda en el Patio del Salvador. A él también se debe la vitrina que está en la Sala de Cabildos y que guarda el Estandarte de la Virgen de las Aguas.

Este fue Francisco, un fantástico hermano de Pasión, un capiller extraordinario, un profesional excelente y sobre todo, un hombre de bien del que personalmente, me siento orgulloso de haber conocido y tratado. Fue en definitiva, la encarnación del título que encabeza esta semblanza, UN HOMBRE BUENO.

Francisco falleció el 14 de septiembre de 1989. Descanse en paz tan buen hermano de Pasión y excelente amigo al que hoy me honro en traer a estas páginas en memoria de  gratitud y de ejemplo de vida cristiana.


Carlos Murube Salvatella

2 comentarios:

José María Díaz de los Reyes dijo...

Efectivamente Carlos, Francisco fue un "hombre bueno" y un grandísimo hermano de Pasión. También doy gracias por haberlo tenido como amigo.

Unknown dijo...

Nunca se nos olvidará, a los que ya tenemos algunos años, la seriedad y la cabal grandeza de hombre de bien de Francisco el capiller: recién llegado a la Hermandad, allá por el año 79, pasaba no pocas tardes -y alguna que otra mañana- por allí, con Francisco y Angelita (¡vaya calidad de personas ambos!). Por aquello de la edad -la suya y la mía-, al principio traté de llamarle de "don" Francisco, y él me dijo muy claro: Aquí el único "don" que hay, está en la capilla; yo soy Francisco, nada más. Pues aunque no quisiera ponérselo, ese "don", del que hoy más de uno abusa sin deber hacerlo, lo tenía y lo merecía de sobra Francisco por su bonhomía y su calidad humana. Descanse en paz aquél que tuvo la gran suerte de acabar su vida al lado de nuestro Señor de Pasión. Y muchas gracias, Carlos, por tan feliz recuerdo que nos traes a esta página.

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