lunes, 20 de julio de 2009

LA CASA DE BORBÓN Y LA ARCHICOFRADÍA SACRAMENTAL DE PASIÓN (II): DOÑA LUISA FRANCISCA DE ORLEANS

S.A.R. DÑA. LUISA FRANCISCA DE ORLEÁNS Y ORLEÁNS

PRINCESA DE LA CASA REAL DE FRANCIA

INFANTA DE ESPAÑA

(1882 - 1958)

HERMANA DE PASIÓN

Su Alteza Real Dña. Luisa Francisca de Orleáns y Orleáns, Princesa de la Casa Real de Francia e Infanta de España, nació en la residencia familiar llamada "Saint Jean" en Cannes (Francia), el día 24 de febrero de 1882. Era la quinta de los seis hijos nacidos del matrimonio formado por S.A.R. don Luis Felipe de Orleáns, conde de París,[1] y S.A.R. Dña. Isabel Francisca de Orleáns, hija mayor de los duques de Montpensier.

Su educación fue encomendada a mademoiselle Ravinel, que de inmediato descubrió en su alumna las magníficas cualidades que poseía para el estudio y su interés por el conocimiento de las distintas y variadas disciplinas. Hay que destacar también que desde su infancia arranca su profundo espíritu piadoso y entrega vocacional a empresas de caridad, una de las destacadas facetas de su personalidad.

Cuando el Gobierno Republicano de Francia expulsó de su país a los condes de París, se vieron en la necesidad de trasladarse a Londres, donde residió hasta que fue derogado el decreto de expatriación que permitió a la familia volver a Cannes.

Su juventud la pasó centrada en sus estudios y con frecuentes viajes a Lisboa, donde su hermana Amelia reinaba por haber contraído matrimonio con Carlos I de Portugal. Pasaba también temperadas en el sevillano palacio de San Telmo, donde vivía su abuela Dña. Luisa Fernanda de Borbón, viuda de don Antonio de Orleáns duque de Montpensier.

Doña Luisa ante todo era una persona caritativa, se entregó con fervor a toda obra social, la Cruz Roja Española en Sevilla bien lo sabe, los hospitales de Triana y Capuchinos son testigos de su entrega a favor del paciente, de su sacrificio y abnegación con los demás. No rehusó ninguna labor por penosa que fuese, su mayor atención se la dedicaba a los enfermos sin recursos que solicitaban su ayuda, lo que hacia con especial afecto.

Desde 1921 a 1930 visitaba diariamente el hospital Victoria Eugenia, allí prestaba sus servicios durante tres horas diarias en toda tarea que se le encomendaba, llegando a ser una experta anestesista y gozando de la confianza de todos los doctores cirujanos que operaban en el mencionado centro.

Cuando las tropas españolas luchaban en Africa, no dudó en cruzar en varias ocasiones el Estrecho para atender en diversos hospitales de campaña a los numerosos heridos, lo que le supuso que el Rey la condecorara en 1929 con la Medalla Militar y Sevilla la nombrara Hija Adoptiva, acto que tuvo lugar en el Ayuntamiento de nuestra ciudad.

Desde sus nupcias con el infante don Carlos de Borbón, celebrado en Woodnorton (Inglaterra) el 16 de noviembre de 1907, siguió las vicisitudes de los sucesivos avatares que por ser esposa de un general del Ejército conllevaban. Los viajes por Europa en representación de S.M. el Rey, la Guerra de Africa, las Capitanías de Sevilla y Barcelona, pero sobre todo hubo un tiempo que para nuestra Infanta fue de los más doloroso; el exilio de 1931 al procramarse la República y la muerte de su hijo Carlos en la Guerra Civil. Estos sucesos, que fueron sobrellevados con resignación cristiana, sí hicieron mella en Dña. Luisa.

Se hace hermana de Pasión el 22 de abril de 1938, recién llegada a Sevilla después del obligado exilio, ese mismo día también fue recibida como hermana su hija la infanta Esperanza de Borbón. Juraron las reglas en el transcurso de la misa que oficia el entonces camarero de Nuestro Padre Jesús de la Pasión don José Sebastián y Bandearan. Profesó especial devoción a la Santísima Virgen de la Merced, donando joyas de su propiedad que hoy están engarzadas en la corona procesional que luce la Virgen el Jueves Santo.

La muerte de su marido en 1949, fue otro golpe que el destino daba a nuestra Infanta. Desde entonces salía muy poco y si lo hacía era para orar ante la Virgen de los Reyes, o en nuestra Capilla Sacramental, a lo sumo asistir a la salida de la Hermandad del Rocío de Triana cuya devoción le venía desde su abuela.

La Infanta que se había hecho popular entre la gente humilde, no precisamente por su traje de corte, sino por la toca y el austero uniforme de dama de la Cruz Roja, en el mes de abril de 1958 es ingresada de urgencia en el hospital Victoria Eugenia siendo intervenida quirúrgicamente, su estado fue dado a conocer por el doctor Ollero de la Rosa calificándolo de grave. En días sucesivos los partes facultativos firmados por el equipo médico que la atendían y que lo formaban los Dres: Ollero de la Rosa, Pera, Domínguez Adame, Duclós, Pérez Burgos y Gil Gálvez, informaban a sus familiares la extrema gravedad de la ilustre enferma.

Ante la gravedad y el presagio del inminente fatal desenlace, la familia decidió trasladarla a su domicilio en la avenida de La Palmera, lo que se hizo de inmediato en una ambulancia de la Cruz Roja, donde rodeada de sus hijos y asistida por su Capellán don José Sebastián y Bandarán, expiró el día 18 de abril, certificó su defunción el Dr. Ollero de la Rosa.

Su fallecimiento fue comunicado al resto de familiares y al Gobierno de la Nación. La muerte de la Infanta sorprendió a Sevilla en plena Feria de Abril, el Ayuntamiento en señal de luto clausuró la caseta municipal ese día y en otras se suspendió el baile, en la corrida de toros que se celebró por la tarde se guardó un minuto de silencio.

Amortajado con una simple sábana, como tenía ordenado, su cadáver fue colocado en la misma estancia que años antes había estado el de su marido, y al igual que en aquella fecha el Crucifijo de enagüilla de la Santa Caridad presidió la sala mortuoria hasta su traslado a hombros de ocho hermanos de la Caridad hasta el furgón mortuorio.

Al llegar el furgón a la Plaza Nueva el Ayuntamiento y la Diputación Provincial se unieron al duelo, el féretro fue bajado del vehículo y llevado a hombros de hermanos de la Santa Caridad hasta la plaza de El Salvador donde fue recibido en la escalinata de la parroquia por nuestra Junta de Gobierno presidida por el Hermano Mayor Sr. Bermudo.

Portado el ataúd por miembros de nuestra Hermandad se colocó ante el altar de nuestras Imágenes en la Capilla Sacramental rezándosele un reposo, que una vez concluido y por la puerta lateral del lado del Evangelio fue trasladado hasta la cripta situada en el Patio de los Naranjos. Los restos de Dña. Luisa fueron depositados en el nicho a la izquierda de donde reposan los de su hijo Carlos de Borbón.

Las correspondientes actas de entrega y recepción de los restos mortales de nuestra Infanta fueron firmadas en nuestra Sala Capitular a las 6,30 de la tarde del 19 de abril. Las suscribieron por parte de la familia don José Sebastián y Bandarán, y por nuestra Hermandad don Miguel Bermudo como Hermanos Mayor, don Francisco Navarro como Mayordomo y don José López Cirera que como Secretario Primero fue el encargado de redactarlas. Copias de estos documentos fueron entregadas a la familia de la egregia fallecida y al miembro de nuestra Junta de Gobierno don Manuel Murga de la Vega como Archivero de la Hermandad.

Entre los familiares que asistieron al entierro se encontraban entre otros: don Alfonso de Orleáns, don Luis Fernando de Baviera, don Gonzalo de Borbón Dampierre, don Víctor Manuel de Saboya, don Adam Czartoryski, don José Zamoyski y don Carlos Chías Ossorio

José Mª Villajos Ruiz


[1] Era hijo del hermano mayor de Montpensier, titulado también duque de Orleáns. Al morir su padre en accidente, los derechos al Trono de Francia pasaron a su persona en un intento de restaurar la monarquía en Francia, lo que fue inútil ya que la revolución de 1848 lo impidió. Huérfano de madre en 1858, viajó a Estados Unidos donde participó en la Guerra de Secesión luchando a las ordenes del general nordista Mac Clenan, precisamente de allí venía cuando conoció a su prima Isabel hija de su tío el duque de Montpensier.

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