El psiquiatra no debe ni puede pasar por alto fecha tan señalada. El ser humano tiene y necesita símbolos que sirvan de antorchas para iluminar el largo camino que se hace al andar. Y ésta especialidad médica conoce mejor que ninguna otra disciplina académica el inmenso valor de los símbolos. Por una bandera -sirva como ejemplo- que materialmente no es más que un trozo de tela y si se le quiere adjetivar de forma peyorativa es solo un trapo, han muerto a lo largo de la historia y siguen muriendo millones de personas de muy distintos y distantes lugares del mundo. No por el tejido concreto, escueto, sino por el tremendo e inconmensurable valor que da lo que representa y supone.
La navidad es recordatorio de una historia sucedida en lugar concreto hace años, no demasiados si consideramos el tiempo transcurrido desde la aparición del hombre en la tierra. Pero lo rememorado no es algo historiográficamente normal. Para mí -soy católico- es el nacimiento del Hijo de Dios, que Es Dios. Para todo el mundo, sea creyente, agnóstico o ateo que lea la historia de principio a fin natural, es narración de bondad, comprensión, perdón, ayuda, entrega. Es símbolo sublime de paz interna y paz exterior, paz en el espíritu propio y paz en la sociedad donde nos movemos. Es el símbolo máximo que ha existido a lo largo y ancho de una realidad que proclama PAZ A LOS HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD.
La vida es a veces difícil y complicada; no está mal recordar los valores navideños. Para los creyentes Dios Se Hizo Hombre y Habitó entre nosotros. La finalidad de Su acción fue nuestra salvación. Si no lo eres, disfruta también de la historia. Los símbolos que posee son tan sublimes, encierran tanta belleza, son tan estremecedores en el mejor y más sustantivo sentido de la palabra, que hasta para los que no creyentes es hermoso y hace el bien. Deberían pensar...si no fue así la realidad, debería haberlo sido. Porque solo así, con Ese Dios, merece la pena creer que Dios existe.
Felicidades.
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