miércoles, 16 de diciembre de 2009

RESEÑA DE LAS HERMANDADES DE PENITENCIA Y GLORIA FUNDADAS EN LA AMÉRICA COLONIAL EL INFLUJO QUE SOBRE ELLAS TUVIERON LAS DE SEVILLA SIGLOS XVI - XVII

Imagen: Procesión en Cuzco, Perú (finales s. XVII).

Es sabido que la preocupación de la Monarquía Católica, desde el mismo momento del descubrimiento de América, fue la evangelización de los territorios conquistados. En el segundo viaje de Cristóbal Colón en el año 1493, los dominicos y mercedarios acompañaron al conquistador con las instrucciones precisas de sus respectivos superiores de dar a conocer la fe católica a todos los habitantes de los terrenos descubiertos o conquistados.

Los españoles del siglo XVI que se han trasladado al Nuevo Mundo en busca de una mejor situación económica, viven adaptándose a unas condiciones que son totalmente nueva para ellos. Los tiempos no son nada fáciles, sobre todo para los religiosos que se encuentran con la grave contradicción entre el cristianismo que predican y las creencias paganas de los indígenas.

Las brillantes procesiones de la Semana Santa sevillana son imitadas y tiene un gran arraigo en tierras del Nuevo Mundo desde los primeros tiempos de la conquista. Ya en 1527 se tiene noticias de la fundación en Guatemala de la cofradía de la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora, con los detalles de su fundación recogidos en los cabildos de los años 1530 y 1534. Es incuestionable que el modelo sevillano en la fundación de hermandades de penitencia y gloria como en las procesiones de Semana Santa en la América Colonial fue decisivo, en muchas ocasiones suplantaron a las manifestaciones paganas que practicaban los indígenas.

El comienzo de la devoción a las distintas advocaciones en tierras del Nuevo Mundo datan desde las primeras conquistas, siendo las distintas ordenes religiosas desplazadas a los territorios recién descubiertos las que con sus predicaciones y no pocos sacrificios consiguen atraer la atención de grupos indígenas y crear misiones católicas. Con posibilidad las advocaciones marianas fueron las que con mayor devoción se expandieron por tierras americanas, mucha de ellas de origen sevillano. Si nos detenemos en los escritos y crónicas de fray Reginaldo de Lizárraga o el sacerdote Bernabé de Cobos, fueron primero las advocaciones de gloria y sus imágenes las que dieron lugar a las primeras fundaciones de hermandades.

La gran ciudad de Lima fue sin duda donde con más devoción y fuerza calaron las costumbres y devociones sevillanas, su religiosidad y forma tiene por necesidad que entroncarse estrechamente con Sevilla.

Hay advocaciones que son de obligada reseña en por ser netamente de origen sevillano, aunque no están vinculadas a hermandades de penitencia. La Virgen de la Antigua es una advocación arraigada en el Nuevo Mundo desde los primeros conquistadores, cuya devoción abarca desde las islas del Caribe hasta Tierra Firme. La gran Dama Noble denominada por los indios mexicanos “Tecleciguata” aparece con capilla propia en Santo Domingo en 1520, venerada más tarde en la catedral de Ciudad de México como titular de la Hermandad de la Concordia.[1]

En esta pequeña referencia a la Virgen de la Antigua no debemos deja atrás la ya mencionada ciudad de Lima de gran devoción mariana. La vieja ciudad virreinal denominada por muchos historiadores como la ciudad mas hispánica de todo el continente y donde la devoción a la Virgen de la Antigua con posibilidad fue introducida por el propio Pizarro, aunque la constancia que se tiene es el envío en 1544 de una copia desde Sevilla por el arcediano Juan de Federigui a la catedral de limeña, donde fue alojada en su mejor capilla, fundándose una hermandad en 1622 compuesta por catedráticos, profesores y alumnos de la universidad de San Marcos. La misma imagen fue también titular de una cofradía de esclavos negros, que participaba únicamente en la procesión del Corpus con su estandarte. [2]

Resulta imposible por necesidad de espacio hacer un recordatorio, por breve que queramos hacerlo, de las numerosas hermandades y cofradías que salpicaron todo el territorio de las Indias Occidentales Españolas durante los siglos XVI y XVII, pero por su curiosidad e historia nos vamos a detener someramente en alguna de ellas fundadas en la ciudad de Lima.

Por su antigüedad, y conforme nos relata el padre Cobos, las fundaciones en la ciudad limeña fueron hasta 1630 las de Veracruz, La Piedad, Santo Crucifijo de San Agustín, La Soledad, La Redención, Nuestra Señora del Loreto y la de Jesús Nazareno.[3]

- La Vera Cruz fundada por Francisco Pizarro en 1540 en el convento de Santo Domingo, alcanzó gran devoción y pronto construyó capilla propia al lado del templo regentado por los dominicos, la mayoría de sus hermanos eran aristócratas limeños, miembros del cabildo y grandes hacendados. Uno de los mayores tesoros que tenía en custodia la hermandad era el “Lignum Crucis” obsequiado a la corporación penitencial por el pontífice Pablo III a petición de emperador Carlos V. Las primeras ordenanzas o reglas se perdieron, existen las de 1570 aprobadas por el arzobispo Loayza, en ellas se reseñada especialmente que para pertenecer a la hermandad se debía de tener titulo de Castilla, ser hidalgo y varón. La estación de penitencia a la catedral la hacía la madrugada del Viernes Santo, aunque efectuaba la salida de su capilla a última hora del Jueves Santo. El cortejo lo formaban dos pasos, el de la urna con Cristo Yacente y el de Nuestra Señora de los Dolores seguida del prior y comunidad de dominicos; era ejemplar el orden y compostura de la hermandad durante el recorrido procesional que estaba a cargo de los gobernantes o celadores, mientras que los hermanos limosneros recogían las dádivas a los familiares que presenciaban el desfile. Las insignias de esta señera hermandad eran copiadas de las de Sevilla, consistente en el estandarte blanco con la cruz bordada en verde, durante tres siglos fue la que tuvo los más suntuosos cultos, pero decayó en 1834. Reorganizada en 1907, comenzó nuevamente a procesionar en la tarde del Viernes Santo, lo que continúa haciendo -con gran austeridad y compostura.

- Bajo el título de la Redención de Cautivos, se hace fundación de una hermandad en la iglesia de los Mercedarios para rendir culto a la imagen del Santo Cristo del Auxilio, crucificado salido de la gubia de Martínez Montañés en 1603 y enviado a Lima en 1604. La cofradía tuvo su auge en los años del virreinato, luego se fue extinguiendo pese a la gran devoción suscitada por la admirable escultura de Montañés.

- La cofradía del Santo Crucifijo de San Agustín, fundada por escribanos y “plumarios” en el último tercio del siglo XVI en el convento de los agustinos, totalmente a semejanza a su homónima sevillana, incluso se llevó una réplica de Cristo en la Cruz hecha en talleres de Sevilla. La estación de penitencia la efectuaba la noche del Jueves Santo con gran número de penitentes, se da la circunstancia que en alguna ocasión salieron en la tarde del mismo Jueves Santo adelantándose a su horario habitual por no recogerse de noche por recomendación de las autoridades. Aunque la hermandad está extinguida la imagen subsiste en el convento de las Clarisas de Lima.

Esta pequeña muestra que se expone, demuestra la influencia que tuvo Sevilla en la fundación de hermandades de gloria y penitencia en el Nuevo Mundo. Como ya se ha expuesto en infinidad de ocasiones la religiosidad popular arraigó en las tierras americanas desde el mismo momento del descubrimiento.

Se podría seguir escribiendo y relatando la historia de las hermandades de penitencia y gloria que tuvieron su fundación en el continente americano, tenemos noticias bastantes fidedignas de las devociones populares así como de sus advocaciones e imágenes, aunque también es cierto que se ignora lo referente al nacimiento y trayectoria de otras.

Por ultimo haré referencia a una advocación con grandísima devoción en Sevilla: La Virgen de los Reyes, con capillas en las catedrales de México, Puebla y Lima. Pero es tema para otro artículo.

José Maria Villajos Ruiz


[1] José Mª Medianero tiene un magnifico estudio sobre la devoción a la Virgen de la Antigua en Hispanoamérica.

[2] Referencia tomada del articulo firmado por Jorge Bernales Ballesteros en ABC en la cuaresma de 1987

[3] Obsérvese la influencia hispalense en todas las advocaciones

-- Otros títulos y autores consultados --

Andalucía y América (1º Jornadas tomo 2º 1981) EEHA

Andalucía y América siglo XVII (actas de las Jornadas 3ª tomo 1º 1984) EEHA

Beatriz Suñe Blanco en su artículo sobre la Religiosidad Popular en Andalucía y América en el siglo. XVII

Jesús Miguel Palomero Páramo en su articulo sobre las procesiones de Sangre en Sevilla y Nueva España

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